Rusia aprieta las tuercas sobre los activos extranjeros

La invasión de Ucrania por parte de Moscú el año pasado llevó a casi todas las empresas con sede en los países de la UE y del G7 a anunciar planes para retirarse de Rusia, desinvertir activos o congelar inversiones en el país. Pero unos 18 meses después, muy pocos han salido por completo. Una razón es que Moscú ha endurecido los términos de la retirada, haciéndola casi imposible a nivel empresarial práctico. De hecho, aquellos que salieron antes fueron los que obtuvieron mejores resultados. Las empresas restantes, incluidas BP y TotalEnergies, enfrentan opciones en su mayoría malas: vender activos a la mitad del precio de mercado o transferirlos a una empresa rusa sin cargo bajo un riesgo creciente de nacionalización. Según las conclusiones de investigadores del Instituto Suizo para el Desarrollo de la Gestión y del Departamento de Economía de la Universidad de St. Gallen, en abril de 2022 había en Rusia un total de 2.405 filiales propiedad de 1.404 empresas de la UE y del G7. A finales de noviembre de 2022, menos de 9 % había vendido al menos una de sus filiales en Rusia. Según la Escuela de Economía de Kiev, menos de 300 de las más de 3.350 grandes empresas extranjeras que poseían activos en Rusia se han ido hasta ahora, y sólo unas 500 están en proceso de retirarse. El Banco Central de Rusia dice que las empresas que salieron de Rusia concluyeron 200 acuerdos de desinversión hasta marzo de 2023, pero sólo el 20% ha vendido activos por valor de más de 100 millones de dólares. En el sector petrolero, Shell logró vender su negocio downstream en Rusia a Lukoil, que también compró los activos rusos de Enel. También se han aprobado otros acuerdos, incluida la venta de la participación de Total en el campo de gas Termokarstovoye a Novatek y la desinversión por parte de Shell de participaciones en empresas conjuntas upstream con Gazprom Neft. Sin embargo, los valores de estas transacciones no han sido revelados.